Angel Rico: En mi casa siempre se respiró Gardel, mi padrino de bautismo fue Fernando Ochoa (amigo de Carlos Gardel, quién tuvo la triste misión de recibir a Berta Gardes, cuando volvió de Europa ya con la noticia de la muerte de su hijo, y también acompañarla en el reconocimiento del mismo cuando llegó a Buenos Aires el 6 de febrero de 1936. Fue un aporte grande sus recuerdos y anécdotas.

También tuve la suerte que me honrara con su amistad Enrique Cadicamo, quién me asesoraba no solo con el personaje de Carlos Gardel sino con modismos verbales de la época, así también en el vestuario.

Quedó trunco un proyecto teatral «Los tangos que me cantó Gardel», basado en su novela: «Los Ángeles mueren quemados» dónde Enrique Cadícamo cuenta cómo compuso, y cómo le acercó a Carlos Gardel cada uno de las 23 composiciones que le grabó.

Tuve la suerte de escuchar de la propia boca de Enrique esas increíbles historias. Entonces, como actor, para que la gente tuviera la impresión de volver a verlo en vivo, empecé a interpretar a Carlos Gardel.